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26 junio 2011

Hola Papá


Hola papá, hoy hace cinco años que te fuiste, cinco años desde aquel día en que, entre Dios y tú, le ganasteis la partida al "Alemán", al Sr. Alzheimer.

Yo ese día estaba muy contenta ¿recuerdas?, ya no ibas a estar más con nosotros pero tampoco te iba a manipular ni a degradar más ese invitado, forzoso e indeseable, en el que se había convertido el dichoso "alemán", el que te quitaba hasta la facultad de conocer a tus seres queridos, se te fueron olvidando casi todos, por lo menos a ratos, excepto yo, a mí no me olvidaste pero me cambiaste el rol que yo jugaba en tu vida, ya no era tu hija, pasé a ser tu madre, pero a mí me daba igual, te mimé como si fueras otro hijo y te di todos los caprichos que querías.

Hay tres cosas que me recuerdan mucho a ti, los relojes, porque te compré un montón cuando te dio por encapricharte de ellos, y las natillas y el arroz con leche, porque te dio por decir que mamá ya no cocinaba bien y te los hacía yo porque te gustaban mucho.

Esta semana ha sido dura, el viernes fue tu santo y hoy el aniversario de cuando te fuiste, pero sigo contenta de que te fueras o, al menos, trato de que lo parezca y de que nadie me vea llorar por lo mucho que te necesito y lo mucho que te echo de menos. Tú sabes que hablamos todas las noches, porque sigo teniendo tu foto en la mesilla, esa en la que te pareces tanto a Gary Cooper pero tú más guapo, que para eso eres mi padre.

Al principio de irte era más fácil ¿sabes?, con la alegría de que dejaras de sufrir suplía tu falta, incluso hubo unas risas en tu velatorio cuando tu hermana Victoria, la irreverente de la familia, dijo que a su difunto marido le gustaba hacer el amor más que a Dios las misas y, acto seguido, se persignó.

Hubo gente allí que no entendió las risas, como tampoco el que yo no llevara luto por ti, sólo vestí de negro para el funeral y fue por una cuestión de protocolo más que nada, hasta una conocida tuvo la desfachatez de decirme días después que por la forma en como iba vestida y maquillada parecía como si no se me hubiera muerto nadie, pero yo me reí en su cara, me reí por ti y por mí.

¿Te acuerdas cuando me decías "si cuando yo me muera te pones de luto soy capaz de levantarme de la tumba y aparecerme?", pues ojalá me lo hubiera puesto y pudieras venir a verme, porque hoy te necesito, mamá tampoco está bien, también ella me ha cambiado el rol que juego en su vida y, a ratos, no puedo soportarlo, así que ayúdame tú ¿vale papá?, haz eso también por mí, haz como si me hubiera puesto esas ropas de luto que tú no querías y, si puedes, ven a verme, a consolarme.

Hasta luego papá.