
Cada vez que veo a la Duquesa de Alba y a Alfonso Díez y, sobre todo, cada vez que leo u oigo la polémica que, a propósito de su relación, sea cual sea, hay montada me río y me viene a la cabeza aquella estrofa de la canción "Dama, Dama", de Cecilia:
Dama dama de alta cuna
De baja cama, señora de su señor,
Amante de un vividor.
Dama que hace lo que le viene en gana
Esposa de su señor,
Mujer por un vividor.
Y es que para mí la Duquesa es un crack porque tengo la impresión de que, bajo su frágil apariencia, se pone el mundo por montera y hace exactamente lo que le apetece. Me provoca ternura y me hace gracia verla con esos looks tan desafortunados para su edad pero que son, supongo, parte de su forma de ser y de ver la vida. Y hace muy bien porque, sea cual sea la relación que la una a Alfonso Díez, es su vida y sólo a ella le compete el vivirla como le apetezca o considere conveniente.
Sinceramente dudo que exista entre ellos esa intimidad que se le supone a toda pareja de cama y sexo, primero porque dudo que, sexualmente, una señora de su edad y circunstancias pueda ser atrayente para un señor de la edad de él y "funcione" y, segundo, porque la miras y te da la impresión de que se rompería con pocos trotes.
Pero hay una cosa que sí tengo clara y es que, aun en el caso de que el señor en cuestión finja que la ama y todo eso y esté con ella por conseguir una hipotética herencia u otros beneficios ulteriores, ella tiene todo el derecho del mundo a ser feliz y a hacer con su dinero y su patrimonio lo que le de la real gana, incluso a (si fuera el caso) a "comprarse" un novio que la pasee y la entretenga.
Así que, una vez más Doña Cayetana, olé sus narices y, si le quedan por vivir los dos telediarios que aparenta, a disfrutarlos.