
Pero de aquella época sí que recuerdo una historia, es la historia de B., marido de una prima de mi madre, que era lo que antes se llamaba un intelectual de izquierdas, absolutamente convencido de las bondades del socialismo aunque, por su edad, no vivió la guerra civil puesto que, como mis padres, tenía 6 años cuando empezó.
A B. le pillaron a finales de los 60 (durante un registro en su despacho por una denuncia) propaganda de izquierdas y fue juzgado y condenado a pasar unos cuantos años en prisión por “amenazar al régimen o similares”. No sé cuantos años pasó, pero debieron ser unos cuantos porque yo recuerdo que mi tía iba cada día a la cárcel, que entonces estaba en el centro de la ciudad, a llevarle la comida y recuerdo, también, la alegría de la familia el día que, supuestamente, iba a salir.
Dicen quienes tienen la edad suficiente en mi familia que entonces las cosas funcionaban de “aquella manera” y que, de incluso de haber matado a alguien, quizás no hubiera ido a la cárcel o hubiera estado poco tiempo por las buenas relaciones que su suegro, mi tío-abuelo, tenía en los sectores apropiados pero, en aquel entonces, lo suyo fue tocar lo intocable y por mucho que fuera coleguilla de copas y de toros con ciertas autoridades aquello no tenía arreglo.
Pero, volviendo al día en que, supuestamente, iba a salir de la cárcel, y tratando de hilvanar mis recuerdos al respecto, parece ser que se hizo una especie de revisión de condena y podía haber salido un año antes de cumplirla en su totalidad si él hubiera estado dispuesto a decir que lo suyo era un error y que ya no se sentía de izquierdas. El “problema” fue que él dijo que seguía pensando lo mismo y no salió ese día sino que cumplió un año más.
Luego, con el tiempo y con la legalización del partido político, dejó de militar él solito, en realidad dejó de ser de izquierdas porque empezó en los 80 a ver cosas que para él, que sufrió en sus carnes y con años de privación de libertad, eran inconcebibles. El franquismo le quitó unos años de libertad pero la actitud de esa izquierda que él amaba tanto le quitó algo más importante, le quitó sus ideales y eso, según él, jamás sería capaz de perdonarlo.
B. fue un valiente y fue consecuente con sus ideas cuando procedía, cuando serlo te podía salir caro, y lo desencantaron los valientes a posteriori, los que salieron a gritar cuando ya no pasaba nada por hacerlo. Lo desencantaron los Víctor Manuel de turno, los que le decían o le cantaban “el Gran Hombre” a Franco y sólo cuando comprobaron que estaba bien muerto asomaron la patita y se declararon de izquierdas de toda la vida y lo desencantó, también, la corrupción porque él a la derecha se la presuponía y la de la izquierda pensaba, en su inocencia, que no existía.
En los últimos años de su vida se encontró o se reencontró con Él, con el que jamás te abandona, y entonces disfrutó de la paz que no tuvo durante muchos años.