Hay una frase que Coco Chanel hizo célebre: "nunca se es demasiado rica ni demasiado delgada", craso error por su parte, hubiera debido mantener la boquita cerrada y dedicarse a diseñar que eso lo hacía divinamente.
Los cánones de belleza han cambiado mucho, lo que a Rubens le parecía el no va más hoy resulta incluso vergonzoso, pero no voy a hablar de las mujeres tipo Rubens sino de lo que, en un plazo relativamente corto de tiempo ha ocurrido, de lo de sustituir como "cuerpazo" a Marilyn Monroe a una mujer casi esquelética con la talla 34.
Los diseñadores de moda que exhiben su mercancía en las pasarelas tienen gran parte de culpa, se escudan en que una talla 34 o 36 es la mujer ideal y que queda mejor en la pasarela pero, claro, una cosa es la pasarela y otra es la pela, esa pela que les hace perder la vergüenza y tener en las tiendas hasta las tallas 48 y 50 porque, por lo general, quien tiene poder adquisitivo para adquirir sus diseños no utiliza una talla 34. Y que conste que, aunque por ética no lo haré, podría citar a más de un diseñador famoso que vende hasta las tallas 48 y 50, tanto españoles como a un famoso italiano.
El no ser nunca "demasiado delgada" causa estragos, principalmente en adolescentes que se toman al pie de la letra el tema de la talla 34 y caen en las garras de la anorexia, esa tremenda enfermedad que las priva de tantas y tantas cosas y que, en muchos casos termina arrebatándoselo todo, hasta la vida. Quisieron ser muñecas y terminaron rotas.
No estoy en contra de los regímenes para adelgazar, entre otras cosas porque muchas veces perder peso significa ganar salud, pero lo que nunca podré aprobar es el vivir siendo esclava de tu cuerpo, el privarse de por vida de los placeres de la buena mesa, el llorar por un helado, el sentirse culpable con sólo mirar un escaparate de una pastelería, el no tomar una copa de vino en una cena, el autoflagelarse por haberse "pasado" un día en una celebración, todo eso y más, yo seré rara, pero jamás lo podré aprobar.
Las hay poseedoras de un cuerpo estupendo, un 90-60-90, algunas porque la naturaleza se ha portado muy bien con ellas, otras porque sus hábitos de vida y alimenticios son muy saludables y consiguen mantenerlos, para ellas chapeau pero, para el resto, pido respeto y comprensión.
No se es más elegante por el hecho de tener un cuerpo estupendo, para nada, la elegancia es otra cosa, es como tener clase, normalmente lo llevas de serie, es saber vestir, saber estar, saber hablar y saber callar, saber qué ponerte en función de tu cuerpo, de tu edad y de la ocasión, es tanto no ir excesivamente arreglada a una merienda en el campo como no ir en chandal a un restaurante, es admitir tu cuerpo y tu edad y sacarle partido, es, hablando de maquillaje, saber que "menos es más", que no se trata de cubrirte el rostro como una máscara sino que es mejor resaltar tus rasgos más bonitos y dejar que se adivine una arruguita que te ha salido por reír y por vivir.
Tampoco se es más sexy o sensual teniendo un cuerpazo, aunque sin duda ayuda. Las hay con un cuerpazo y chabacanas, enseñando demasiado, mal vestidas y ordinarias, apestando a litros de perfume, decepcionando a cualquiera en cuanto abren la boca porque de casi nada saben hablar, sin saber estar ¿qué sensualidad hay ahí aparte del primer impacto visual? y, por contra, las hay muy delgadas o rellenitas con una sensualidad refinada y estilosa. Dejando entrever en lugar de enseñar, resaltando lo más bonito de tu rostro, tu sonrisa, manos y pies bien cuidados, unos cabellos limpios, un perfume sutil o, simplemente, olor a limpio, un tono de voz agradable, maneras suaves, saber estar y buena conversación, son tantas y tantas cosas que pueden tener las humildes poseedoras de "los otros cuerpos" que no creo que deban envidiar a los cuerpazos. Los cuerpazos muchas veces son para una noche, los "otros cuerpos" para las mil y una noches. Por supuesto, es mi opinión, supongo que la de muchos hombres diferirá.
P.D. La imagen de la derecha es de un desfile, la de la izquierda de una campaña publicitaria que levantó ampollas, ninguna de las dos están ya con nosotros, ambas han fallecido, nunca estaban "demasiada delgadas".