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18 septiembre 2010

De la Meca a la Isla


La historia de la discoteca Meca, en Aguilas (Murcia) podríamos definirla como una historia de tolerancia unidireccional, hecho que explicaré a continuación.

Esa discoteca se abrió en los años 80 y se le puso el nombre de La Meca por una simple cuestión de exotismo, como las hay que se llaman Hawai e, incluso, El Vaticano, la Catedral o lo que le apetezca al propietario que para eso estamos en un país libre. Tras estar bastantes años cerrada, se reabrió este verano y, desde entonces, en lugar de un lugar de ocio parece el sitio de la discordia.

Entre los argumentos que esgrimen estos paladines de la tolerancia "unidireccional" (léase yo vengo a tu casa y te pongo una mezquita y llevo burka o lo que me apetezca pero a ti ni se te ocurra llamarle a tu casa como te de la gana que me enfado y te monto el numerito), se encuentra el tan manido de "no pronunciarás el nombre de Dios en vano".

Parece ser que el que un local se llame así es el summum de la ofensa a ciertos musulmanes integristas quienes, haciendo gala de la "tolerancia" que les caracteriza empezaron por hackear la página web de la discoteca en cuestión, luego se trasladó la polémica a la página facebook de la discoteca con partidarios y detractores y, para postre, alguien que firma "IslamSalamSalam" ha colgado un vídeo en árabe en Youtube, incitando a boicotear a España por el asunto de la discoteca.

Ha habido mucho jaleo en prensa, un debate televisivo que yo haya visto (igual han sido más) pero, al final, a la discoteca se le ha cambiado el nombre y ahora se llama La Isla. Los propietarios, claro está, aparte de sentirse prácticamente desamparados por nuestros gobernantes, habrán valorado los riesgos (incluyendo el de que se reduzcan los asistentes por el miedo a si a algún iluminado se le ocurre poner una bombita de nada) y, al final, como suele ocurrirnos, pues se han "bajado los pantalones" y se han visto obligados de cambiar el nombre de su casa y a gastarse aproximadamente 100.000 € en reformas ornamentales no vaya a ser que llegue alguien y se rasgue las vestiduras.

Como muy bien decía mi admirado paisano, el periodista y escritor Pablo Molina:


"Cuando alguien entra en tu casa sin invitación, te coge dinero del cajón, unas aspirinas por si le duele la cabeza y unos libros de la estantería para que sus hijos se eduquen, lo aceptas resignadamente porque eres el anfitrión. Si además discute tu estilo de decoración y te conmina a quitar un cuadro del salón bajo la amenaza de pegarle fuego a tu casa, entonces ya comienzas a pensar educadamente si lo mejor no será echarlo a la calle. Total, si tan desdichado se siente en tu herética casa, qué mejor que irse a la suya a disfrutar de un ambiente ortodoxo en plena comunión con sus ideas. De lógica ¿no?".


Reitero que, a mi juicio, la tolerancia no puede ser de ningún modo unidireccional, siempre cediendo los mismos llegará un día en que "huéspedes vengan que de casa nos echen", hay que aprender a convivir en paz, empezando por respetar a tus anfitriones y no olvidando nunca que, muy probablemente, en el país anfitrión se respetan tus libertades y derechos mucho más que en el tuyo propio.

3 COMENTARIOS:

Mayte® dijo...

Menudo estreno para el blog.

De la calle vendrán y de tu casa te echarán.

Gracias María. Un escrito inmejorable

Scarlet2807 dijo...

Buenísimo María...
¿Nunca viste lo que hacen en las parcelas los perros allegados?, se toman tantas libertades, que al final se adueñan de todo, y los pobres perros que eran los de casa, andan con la cola entre las piernas, temerosos de los audaces intrusos. No creo que exista mejor ejemplo, en fin...

Un besote, Scarlet2807

Fibonacci dijo...

me has pisado parte de un articulo que tengo preparado para colgar.
Y sí, ya desde buterflica que no se como se escribe, Gadafi hace poco ya lo han dicho, no nos conquistaran con las armas, sino con las mujeres y los hijos de estos.
Así que dentro de pocos años, tendremos otros mudejares con nosotros sino se hace algo.